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Un curioso personaje de la historieta Tintín es el profesor Tornasol. De inventor descuidado que producía artefactos no demasiado fiables, en publicaciones anteriores a la segunda guerra mundial, pasando por flamante físico nuclear que hace llegar un cohete a la Luna sólo para beneficio de la humanidad inmediatamente después de la guerra, hasta científico preocupado por el uso militar inadecuado de sus descubrimientos, en publicaciones de plena guerra fría.
Es en este contexto en el que surge el interés por estudiar y enseñar la dimensión social de la ciencia y la tecnología. Puede resumirse en una simple ecuación:.
Mediante la aplicación del método científico como una suerte de combinación de razonamiento lógico y observación cuidadosa y el acatamiento de un severo código de honestidad profesional, se espera que la ciencia produzca la acumulación de conocimiento objetivo acerca del mundo. La expresión política de esa autonomía, donde se señala que la gestión del cambio científico-tecnológico debe ser dejada en manos de los propios especialistas, es algo que tiene lugar después de la segunda guerra mundial, en una época de intenso optimismo acerca de las posibilidades de la ciencia-tecnología y de apoyo incondicional a la misma.
La elaboración doctrinal de ese manifiesto de autonomía con respecto a la sociedad debe su origen a Vannevar Bush, un científico norteamericano involucrado en el Proyecto Manhattan para la construcción de la primera bomba atómica.
El mismo mes de la explosión de prueba en Nuevo México, julio de , Bush entrega al presidente Truman el informe que Roosevelt le encargara un año antes: Science - The Endless Frontier «Ciencia: la frontera inalcanzable». El desarrollo tecnológico y el progreso social vendrían por añadidura.