Sexo en el taller LHospitalet de Llobregat
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Esta vez abandonamos el baile por la observación, pero siempre desde la pista, nuestro lugar favorito. Nos desplazamos al Sidecar para la obra audiovisual de Cecilia Bengolea en la que vemos una figura femenina de hielo que va girando lentamente. Esa misma figura cambia a unas 4 posiciones distintas, sin embargo todas ellas tienen un mismo final; se deshacen convirtiéndose en agua.
En la sala 2 de Freedonia nos encontramos con unas enormes pantallas en las que veíamos primeros planos de personas bailando. Algo que impactó al final del visual fue ver a chicos y chicas bailando hakken , baile tradicional del hardcore holandés originado alrededor de principios de los Como veis la obra colaborativa de Conglomerate fue del todo entretenida. En la sala dos del Meteoro nos transportó a un club abandonado en el que reinaba el neón, las canciones a ritmo de jungle, dancehall, hip hop y afrobeat mal cortados y del que solo quedaba su brillante propaganda por el suelo.
La imagen plasmada en la pared de Aïda Bruyère introduce a la mujer cuya representación y acción muestra formas de emancipación y empoderamiento, como imagen del cuerpo femenino erotizado y globalizado, mientras que los espacios nocturnos son lugares de libertad. Si vamos por orden empezaríamos por la representación de «The Lesson» de laSadcum. En la que dos personajes interpretan a través de la danza la sobresaturación del ser humano en la era de internet con unos visuales que construyen sus escenarios y una narrativa que parecía mantener una conversación entre dos asistentes de voz.
Dos parejas de bailarines dan vida a dos piezas distintas de Bach. Los artistas ensayan sus coreografías pensadas para el espacio que se les ha designado; una iglesia y un club gay, cada pareja en uno de los emplazamientos hasta que el día del rodaje se les cambia el lugar teniendo que readaptar sobre la marcha la coreografía. Si en la anterior obra habíamos dado un paseo por los lavabos del club ahora lo daremos también literalmente por el baño masculino del Apolo , el escenario de la siguiente pieza.
Se trata de un hinchable de color gris situado en el baño que lo ocupa casi todo dificultando la entrada. El hinchable va cambiando la presión creando distintas formas. Hay rincones del Apolo a los que nunca entramos y esta fue una oportunidad de oro. Hablamos de la instalación sonora por los pasillos del Apolo en la que se trataba de cerrar los ojos y dejar que la tierra hable, pues Noela Covelo Velasco nos deja escuchar cómo la Península Ibérica desaparece bajo la placa tectónica africana; La pieza sonora se divide en tres actos, transformando el espacio expositivo en relación con el cuerpo.