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Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater. Porque a veces lo que empezó siendo casi un cuento de hadas, deriva en una situación de estancamiento y hasta desilusión que cuesta manejar o afrontar. Darse cuenta de que uno es infeliz no es algo que acontezca de un día para otro. Hay que actuar. Revelar al ser amado nuestra infelicidad es algo prioritario. Dio por sentado que eso, y no otro, era la felicidad. Es como respirar de manera intensa, revulsiva y profunda.
Por el contrario, la infelicidad es falta de aliento y pesadumbre. Cuando en una relación de pareja se instala la falta de ilusión, motivación y vitalidad en uno de sus miembros es motivo de preocupación. Al fin y al cabo, se supone que el amor es, por encima de todo, experimentar felicidad, armonía y satisfacción.
Es importante aclarar que ninguna relación es un camino de rosas permanente ni se experimenta armonía 24 horas al día, 7 días por semana. Hay baches, hay discusiones , problemas y desencantos.
Sin embargo, que suceda esto no es signo ineludible de que ese vínculo va a romperse. Es muestra evidente de que hay algo que debemos afrontar e intentar solucionar. Veamos qué pautas deberíamos tener en cuenta en caso de que nos veamos en esta situación. En ocasiones, la infelicidad que sentimos no tiene su origen en la propia relación de pareja, sino en otras dimensiones que estamos descuidando.
Antes de compartir con tu pareja esa realidad emocional, reflexiona. Es necesario clarificar qué ha desencadenado esa sensación. Para ello, intenta responder a estas cuestiones:. Es posible que la causa de nuestro malestar no esté en la propia relación, sino en otro contexto.