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En un ambiente en el que el castellano era la lengua de la cultura y la lengua protegida de la clase minoritaria dominante, Rosalía de Castro otorgó prestigio al gallego al usarlo como vehículo de su obra Cantares gallegos y afianzó así el renacer cultural de la lengua. ✨ Más chicas para explorar: Relaciones discretas Villarrobledo, Sexo casual online Boadilla del Monte, Encuentros sexuales esporádicos Valparaíso
Por muy raro que parezca, esto tiene una razón; todo lo tiene, eso es lo que pienso. El otro día cuando iba corriendo por la universidad como un poseído —producto de mi retraso— me tropecé y quedé pegado a los azulejos del piso.
Para mi gran suerte el pasillo estaba desierto, porque todos estaban en clases, se suponía que yo también debía estar en clases. Maldije en voz alta con todas las palabras que vinieron a mi mente y cuando me di cuenta del cuaderno tirado a la altura de mis pies, maldije en contra de él también.
Ah, y contra el grandísimo dueño por supuesto, ahora que recuerdo. Es que Me paré con lentitud y una mano en la cabeza, donde había recibido el golpe, dolía horriblemente y a esas alturas ya no me importaba llegar tarde a clase, ahora tenía una excusa para no estar allí. Me arreglé el bolso, atravesado en el pecho, y me dispuse a caminar de vuelta a la salida del pasillo, para ir a enfermería que quedaba al lado de la cafetería. La imagen del cuaderno gris con un hermoso piano blanco de cola en la portada y notas musicales puestas artísticamente a su alrededor se instaló en mi mente, haciéndome parar y quedarme ahí, de pie.
Al final, recorrí los tres pasos que ya había dado, me agaché con cuidado para que la cabeza no me diera vueltas, y lo recogí. En mi mente sonreí pensando en que el idiota que lo había dejado caer, nunca lo iba a recuperar. Iba a ser una perfecta venganza por el golpe en la cabeza Mi nombre es Park Jimin, tengo veintitrés años y asisto al tercer año de universidad, en Busan.
Vivo en Busan desde que tengo tres años, antes vivíamos en Daegu, pero mi madre —yo también— prefiere el sol y el calor. Miré a mi lado para encontrarme con seis caras, todas vueltas hacia mí. Me sonrojé y bajé la vista. Todos vamos al cine. Le sonreí un poco, agradecido. A mi lado, Taehyung se removía inquieto esperando mi respuesta y conteniéndose para no golpearme, supuse.