Citas sin formalidades Barcelona
Tengo referencias de un chileno, exiliado en la URSS, que nunca quiso aprender ruso. Más chicas deseables: Ligar sin compromiso Podgorica, Sexo en el momento Mairena del Aljarafe, Spanking San Pedro de Alcántara
Para el mundo exterior, los catalanes tienen fama de gente arisca, obsesionada con el trabajo y poco predispuesta a abrirse a un forastero de buen comienzo. Pero incluso huyendo del tópico, son notables las diferencias existentes con la cultura chilena, en que las amistades se consolidan antes de vaciar la primera copa de vino. El terrado de la Pedrera de Gaudí en , antes de la rehabilitación del edificio y del alud turístico, cuando sus plantas todavía las ocupaban despachos y viviendas particulares.
Foto: Colita. A principios de los años ochenta, en los aviones que despegaban desde el aeropuerto internacional de Santiago de Chile rumbo a Europa no viajaban solo turistas. A una década del sangriento golpe de estado que había puesto fin al gobierno de Salvador Allende, todavía eran muchos los chilenos que emprendían el largo y duro camino del exilio.
Y entre ellos, un importante contingente de jóvenes que, expulsados de las aulas universitarias por su lucha en defensa de la democracia, tenían que cruzar la cordillera de los Andes para poder acabar los estudios, encontrar trabajo o, simplemente, escapar de la represión mortal de la dictadura. El avión de la compañía Spantax me depositó en Madrid, donde entonces se cobijaba una numerosa y solidaria comunidad chilena.
Eran letras interpretadas en una lengua tan seductora como extraña y, por lo tanto, cuando llegó el momento de emprender un viaje que, en aquel momento, no tenía ninguna duda, tenía que ser de ida y vuelta, ya hacía tiempo que la decisión estaba tomada.
Llegué a Barcelona en autocar y de noche. La parte alta de la Diagonal desfiló ante mis ojos curiosos hasta que, a la altura de la que entonces era la plaza de Calvo Sotelo, lo que parecía un rodaje de cine me hizo intuir que esta tenía que ser una ciudad extraordinaria. Libertad que en nuestro torturado, oscuro y triste Chile de entonces era imposible de concebir. Me instalé en una pequeña habitación en lo alto de un edificio señorial de la calle del Rosselló.