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Su compatriota Juan Esteban Constaín ha contribuido a hacer perdurable este recuerdo. Juan Poz, incluso, me enviaba una reproducción de la cita:.
En este texto se recuerda igualmente el pasaje de Aulo Gelio que encabeza el libro Notas :. En lo que al pasaje citado respecta, se trata de una advertencia que presupone, en sí misma, la conciencia de que existen personas que detestan el sano ocio erudito. Es a estas personas a quienes se invita a permanecer fuera de este recinto sacrosanto de las elucubraciones. Este tipo de estudio, lo sabemos por experiencia, resulta al mismo tiempo arduo y sutil, pues Gelio es un autor que a menudo se consulta, si bien tal uso no se reconoce, por lo no suele aparecer normalmente citado de manera explícita.
Si la lectura en novedosa clave ensayística va a acercar la obra de Gelio a la de Montaigne, la clave aforística va a hacer lo propio con la obra de Pascal. Pongamos un ejemplo que yo mismo he logrado desvelar. Aulo Gelio nos relata cómo su maestro Favorino decía que una alabanza tibia es peor que un agrio vituperio.
El asunto de que el tibio elogio sea peor que un agrio vituperio, no exento de mala baba por parte de quien lo ejerce, es un tema conocido y que he podido rastrear en otros autores que son también lectores de Gelio, como Augusto Monterroso.
Quisiera, antes de terminar, hacer una reflexión sobre el valor de la literatura que se confunde con la vida. La literatura, en cierto momento, dejó de considerarse una parte formativa de nuestra persona para pasar a ser mero entretenimiento. Todavía cuando visito París marcho de aquella admirable ciudad con la sensación de que allí la literatura sigue siendo considerada como una suerte de religión.