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La población aymara del altiplano paceño. La ciudad de El Alto no podría ser comprendida sin la extensa y densa migración campesina del altiplano paceño que fue poblando esta nueva conformación urbana. Esta migración es fundamentalmente aymara. Cuando la colonia española se asentó en la actual ciudad de La Paz, estableció un lugar fundamental para el control de los intercambios comerciales y de mercaderías en esta región.
Así La Paz fue ganando importancia como ciudad comercial y de intercambios. El entorno de la estación de trenes, que tenía su primera parada a la salida de La Paz en la inmediación de lo que sería la Ceja de El Alto, se convirtió de a poco en lugar propicio para estas actividades. La estación de trenes y la zona de Alto Lima, en torno a la toma de agua, se fueron constituyendo en los lugares donde se asentaron las primeras poblaciones alteñas.
Se trataba de campesinos de origen aymara, que utilizaban estos espacios como puerta de organización para su entrada a la ciudad de La Paz. Desde entonces, los flujos migratorios temporales y permanentes de la población aymara campesina del altiplano paceño nunca dejó de ser intensa hacia la ciudad de El Alto. Basta caminar cotidianamente por las calles de esta ciudad para encontrarnos con esta presencia significativa de lo aymara.
Estos son sólo algunos ejemplos de la importancia de la población aymara en la configuración cultural alteña. Se puede afirmar que, si la ciudad de El Alto es un awayo multicolor, la pampa o color de fondo es principalmente aymara. Los rebalses urbanos de la ciudad de La Paz. Una segunda composición importante de la complejidad poblacional y cultural de la ciudad de El Alto, es aquella que se constituyó por un desplazamiento de los rebalses urbanos de la ciudad de La Paz.
Especialmente a partir de la década de se establecieron planes de vivienda planificada en El Alto, a los que fueron desplazadas poblaciones de la ciudad de La Paz que por factores económicos de exclusión y pobreza no conseguían espacio en esa ciudad para hacerse de una casa propia. Mucha de esta población era también aymara, pero su constitución había sufrido modificaciones por tratarse de generaciones que habían sido criadas en la ciudad, en especial se perdió en muchas de estas personas el vínculo directo con las comunidades campesinas, elemento central de una cosmovisión agrocéntrica como la aymara y que rige las relaciones de parentezco o el calendario festivo como se vio en el capítulo anterior.