Sexo virtual Mayoría
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Cuando pensamos en la idea del sexo, la programación sociocultural que opera en nuestras mentes es la de los cuerpos en roce, en contacto físico. Pero también pensamos en lo genital. Es decir, que alude a la división entre macho y hembra en el clasicismo binario ya conocido.
O sea, mejor dejar de lado esta fuente. Por supuesto que la razón por la que la penetración resulta de la misma manera, el elemento preponderante, no llamaría la atención.
De hecho, la construcción social y cultural de la sexualidad proporciona herramientas de interpretación que horadan conceptualizaciones que quisieran ser fijas y estables. Así, se pasa de la perversidad sexual a la diversidad sexual. De la hipocresía de la doble moral, al reconocimiento de lo plural. Un nuevo diapasón afina la sexualidad. La respuesta se impone sin esfuerzo: no. No sólo por los ejemplos de violencia sexual digital machista como lo son la difusión no consentida de material íntimo y el envío de fotografías, sin contexto alguno, de sus penes erectos en nuestras redes sociales, sino también aludiendo al uso de coacción o amenazas — sutiles, suaves, indirectas o explícitas- para que nosotras tengamos actividad sexual virtual con ellos en el marco de vinculaciones afectivas o contactos remotos de toda índole.
En el plano virtual también opera la lógica del consentimiento con plenitud y paralelamente, también se ve diezmada por el machismo. No sorprende. Y no sólo respecto de otra persona sino también de sí mismos en su propia sensualidad o erotismo.
El varón cisheterosexual parece limitado en el disfrute de todo lo que la sexualidad comprende, no sólo porque no se lo permitiera la cultura en que nació y creció, sino también por él mismo. A partir de estas preguntas e interrogantes, durante el fin de semana hice una breve encuesta en mi cuenta de Instagram, sólo para sondear superficialmente la manera en que los varones vivenciarían una sexualidad disociada del pene, apelando a su confianza en el proyecto y a la veracidad en sus respuestas.