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Sin fecha se anunciaba un choque entre España y Portugal en el estadio de Balaídos de Vigo. Ese encuentro carecía de marco legal, por lo que el siguiente paso fue negociar con la FIFA en París. La orden de Franco fue dar apoyo total para que se jugara ese partido, que se veía como una maniobra política de primer nivel. El 16 de noviembre se cerró la fecha, que sería el 28 de ese mes, y los colores de los equipos: España jugaría con camiseta azul claro y pantalón azul oscuro y Portugal con casaca blanca y pantalón azul.
Desde Burgos, ciudad en la que se había instalado Franco, se dio orden de invertir Se decidió que bastaría con presentar el documento nacional de identidad para entrar en España, algo que ya se había hecho con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla en El partido y todo el día se convirtieron en una apoteosis falangista. La plaza de Compostela se convirtió desde primera hora en centro de reunión de los falangistas españoles y legionarios portugueses. El partido, en ausencia de Franco, lo presidió el general Carmona.
Nunca antes Portugal había derrotado a España. Fruto de ese partido nació otro en territorio portugués, que se fijó para el 30 de enero de en el estadio lisboeta de las Salesias. Ese día, casualidad, Franco nombró en Burgos su primer gobierno. El partido en Lisboa iba a prepararse como otra exhibición política en honor a Salazar y Franco, pero pasó a la historia no por su marcador para los lusos y sí porque tres jugadores portugueses, los tres de Os Belenenses, boicotearon el saludo fascista impuesto a los jugadores.
Quaresma dejó los brazos pegados al cuerpo, mientras que Azevedo y Amaro sí lo levantaron pero con el puño cerrado. En la foto que apareció en el periódico Stadium el 2 de febrero los tres aparecían realizando el saludo romano.
La censura no permitió que se publicara la original. El primer partido oficial para la España que salió del 1 de abril de fue precisamente en las Salesias y ante el mismo rival: contra Portugal.