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El testimonio de Francisco Rivera representa la generosidad y entrega que demostraron —y lo siguen haciendo— los cerca de 3. Cuando estalló la pandemia, recuerda, el trabajo se multiplicó. Lejos de amedrentarse, los voluntarios de Cruz Roja se mantuvieron en primera línea. Gracias a su labor, que no cesó durante el confinamiento, aquí encontraron un lugar para ducharse y lavar su ropa. También, vales de comida y ayuda en la tramitación de documentos. Cada día se recibía a una decena de personas.
La lavadora no dejaba de funcionar. Se duchó, se afeitó, se le ofrecieron dos mudas de ropa, también unas mantas para dormir y salió sonriente después de mirarse en el espejo, tanto, que parecía otro», explica con satisfacción. Cuando se cumple un año del inicio de la pandemia, Francisco nos atiende al teléfono desde Cruz Roja, donde sigue acudiendo semanalmente para responder a las personas que no tienen un techo donde dormir.
Francisco intenta, entonces y ahora, tratar a las personas que llegan a Cruz Roja con «respeto y cariño» , conscientes del drama que traen consigo. Piden una ducha, ropa y algo para comer. A algunos luego me los cruzo por la calle, me paran y me cuentan sus penurias. Mientras tanto, sus compañeros realizan otras labores, como acompañamiento a personas mayores o apoyo escolar, servicios que la oenegé no dejó de prestar tampoco durante el estado de alarma. Newsletters Hemeroteca Pasatiempos.
Edición Granada. Borrar Buscar en Ideal. Portada Andalucía. Acudía a la sede de Cruz Roja para atender a personas sin hogar agolpadas en la puerta en busca de lo esencial: aseo, ropa y comida.
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