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Si soslayamos su primer libro Acto propiciatorio, , Manjarrez ha publicado solamente quince cuentos en casi treinta años. Héctor Manjarrez es también melómano, un memorioso ensayista literario El camino de los sentimientos, ERA, y ese poeta que acaso disfruta de las libertades garantizadas por su exclusión del canon, como puede leerse en El golpe avisa y Canciones para los que se han separado , ambos publicados por ERA.
Su poesía suele ser sentenciosa: acompaña, resume y refuta su obra narrativa. Manjarrez suele leerse como un cronista de la educación sentimental de los jóvenes europeos y latinoamericanos de los años sesenta y setenta. No dudo que lo sea, o que lo haya sido, si atendemos a sus novelas Lapsus y Pasaban en silencio nuestros dioses ERA, Entre la nostalgia y el pesimismo, la destrucción o el amor, Eros y Tanatos, Manjarrez nos interroga sobre mente y cuerpo.
No le interesan las respuestas porque el suyo es un arte de la pregunta. Wittgenstein Sobre la certidumbre, Así se llamaba, Slobodanka, y le sentaba a la perfección, en verdad.
No Plemenka, no Danica. Veinte años, para ser exactos. Exactamente veinte años y en Belgrado, , durante el peor invierno en muchos, muchos años. Yo tenía entonces diecisiete años y muchas ganas de que Slobodanka no me hiciera sufrir tanto. Maldita Slobodanka Petrovic, Terzic o Jodevic, o como fuera. Su hermano se llamaba Branko, pero creo que no se apellidaba igual.
De todas maneras, en casa de ellos no vivía hombre alguno. Sólo la madre, que vi dos o tres veces y trabajaba de sol a bien entrada la sombra. Era un departamento en un cuarto piso bastante alejado de donde yo vivía. Yo vivía no muy lejos del Hotel Slavija, en la calle Vukice Mitrovic tridesetsedam, es decir Podría pensarse que se debe a que un cercano amigo mío me incitó ayer a escribir un cuento sobre ella. Lo miré perplejo. No recordaba haberle contado nada de Slobodanka. Contra todos mis principios y mi misma situación económica, yo hubiera pagado para poseerla, o probarla por lo menos.