Putas en el coche Belmonte
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La gente que de manera vehemente y a grito pelado se pone a cantar las cuarenta a quien sea a veces me cae bien. A veces no. Me cae bien Peter Finch en Network. Me cae peor Spiriman. El otro día me hizo mucha gracia el vídeo del camionero murciano que reñía a los bobos de Madrid que arrasaban en los supermercados y dejaban vacías las lejas lah lejaaah.
Que no había problema, que seguían sirviendo mercancía. Y los llamaba borregos y subnormales borregaoe, sunormaleeeeea. Supongo que por ese grito de subnormales.
Algo que decimos muchos. Aceptemos que sí. Pero también es cierto que la palabra subnormal ya no se emplea como antes. Que es un término con demasiadas capas de polvo que hace tiempo que no se usa para calificar a nadie en particular. Es un insulto despojado de toda diferencia entre personas. Es un insulto para todos. Como hijo de puta. En el primer artículo de vuelta, Maruja Torres citó a Edu, su querido vecino "mongolio" del quinto. No piensen que tras la cuarentena vamos a volver con mayor comprensión lectora.
Seguiremos igual. También ha vuelto David Sedaris. Buen momento para partirnos de risa leyendo. En Calypso Blackie Books hay un capítulo dedicado a los insultos. Empieza con su incapacidad para conducir y, por tanto, para gritarle a alguien: "Pedazo de mierda inmunda, espero que te mueras" a través de una ventanilla bajada.
En las firmas de libros en distintos países, el escritor estadounidense se dedicó a preguntar a la gente qué era lo peor que le había dicho a alguien que le hubiera adelantado en un atasco. Y siguió con que podías decirle a alguien "puto mongoloide tifoideo ". La mujer se quedó callada y se preguntó. Pero al colarlo entre puto y tifoideo igual te queda una frase demasiado larga, sobre todo si la idea es gritarla mientras adelantas a otro coche en plena autopista".
