Sexo en la ducha Granollers
Gogó de discoteca. Otras chicas irresistibles: Busco amor Puertollano, Agencias de escorts Sitges, Escorts maduras Andújar
Espera, por favor Granollers On Fire. Bienvenidos a vuestra cita con la oscuridad musical. El sueño de Tartini. Qué haríamos sin ella. Cómo podría yo, o cualquiera, preparar un artículo, un escrito de cualquier naturaleza, un libro o cualquier actividad creativa sin que esa inspiración, que podemos llamar musa, viniera a visitarnos. Y se pierde. Decía Camilo Jose Cela que la inspiración, o la musa, que encaja mejor en el símil, es una mujer caprichosa, y sólo si se nos aparece trabajando podemos aprovecharla.
No podemos esperar a que venga para iniciar nuestro trabajo; tenemos que iniciar nuestro trabajo para que ésta venga a visitarnos. Decía otro escritor que él llevaba siempre consigo una libreta en blanco y un lapicero para anotar cualquier cosa que se le ocurriera y le pareciera interesante. Porque los pensamientos, como las musas, van y vienen, y como no te subas al tren, éste parte sin ti. Por tanto, el concepto viene de antaño. De los propios dioses. No obstante, Sócrates, personaje histórico que no merece presentación, no recibía su inspiración de estas musas mitológicas, sino de un daimon.
Platón, discípulo de Sócrates, —al que le debemos el conocimiento de Sócrates, pues éste no dejó nada escrito- definió a un daimon como un ser intermedio entre los mortales y los inmortales cuyo propósito era transmitir los asuntos divinos a los humanos y los asuntos humanos a los dioses.
Que igual que Calíope, por ejemplo, intermediaba entre una cantante y Apolo, los daimon intermediaban entre los filósofos y los dioses; por lo que podemos deducir que, en efecto, un daimon era una especie de musa.
Por tanto, y como se deduce de lo expuesto, a las musas siempre se les ha atribuido históricamente un componente trascendente, ya sea luz u oscuridad, el bien o el mal, Dios o el Diablo. De hecho, en el artículo dedicado al extravagante y sangriento grupo de black metal Mayhem, la inspiración demoníaca se dejaba entrever. Su musa, real o ficticia, eligió el camino de la oscuridad.