Ligar sin ataduras Seia
De modo que, si un dios su función deja de actuar, se produce un serio desequilibrio del sistema, provocando grandes males para todos y, en especial, para los humanos. Otras chicas irresistibles: Sexo en el coche Oakland, Sexo en la cueva La Plata, Sexo en la hamaca Chimbote
Y presentía que algo iba a pasar. Algo malo se se asomaba por el horizonte. Ansiaba la felicidad de la ignorancia, pero era un don que le había sido arrebatado hacía tiempo. La ignorancia y la inocencia van de la mano. La luz comenzaba a llenar el cuarto, daba de lleno en la cama, de ahí que el chico lobo fuese ahora totalmente humano, de ahí que él se encontrase parado frente a la ventana dejando que los tenues rayos de luz resbalasen por su pecho.
Hacía calor, y se había forzado a llevar la camiseta que tapaba sus cicatrices aunque era bastante caluroso, al menos, mientras Lobo dormía, él no se sentía incómodo. Había tenido mucho de eso al despertar. Le costó varios minutos levantarse de la esquina donde se había acurrucado y normalizar su respiración.
De alguna inexplicable manera José seguía roncando. Así que como no tenía sentido intentar volver a conciliar el sueño decidió levantarse y simplemente no pensar. En su futuro era su tio, le había cuidado, le había querido, pasase lo que pasase, fue él el que le ayudó a tratar a sus padres después de engancharse al coz. Había dormido a los pies de su cama, en su forma lupina cuando las pesadillas le mantenían en vela, le había dado protección cuando no toleraba ninguna presencia humana a su alrededor Era su familia, no podía sentir lo que comenzaba a sentir por él.
Así que desde ese momento se terminaba, desde ese momento, amigos y punto. Tonteo al mínimo. Estaba decidido. JF se llevó ambas manos a la cabeza, aquello era un lío. Estuvo tentando de despertar a José, pero prefirió dejarle dormir.
La luz anaranjada le dio de lleno en lo ojos cuando sin poder evitarlo le dio una cariñosa caricia en el pelo a José. Después con el mayor sigilo posible salió de la habitación. Ya se preparaba para irse cuando vio pasar a la mujer de la cafetería de la noche pasada, Phoebe. Iba muy cargada con varias bolsas que parecían pesadas, empujó la moto fuera del callejón y la observó un rato. Bueno, tampoco se iba a morir por echarle una mano, parecían bastante pesadas.