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Desde el año , la Casa Milà es propiedad de la Fundació Catalunya-La Pedrera , que es la encargada de organizar exposiciones, actividades y visitas. Cabe resaltar que en el mismo paseo de Gracia había construido Gaudí poco antes la Casa Batlló , y anteriormente había efectuado otras dos intervenciones hoy desaparecidas: la Farmacia Gibert y la decoración del bar Torino Milà amplió el negocio familiar y diversificó los sectores donde probó fortuna, siendo por ejemplo el promotor de la plaza de toros La Monumental.
También se dedicó a la política , y fue diputado por parte de Solidaridad Catalana. El señor Milà estaba casado con Rosario Segimon , viuda de José Guardiola Grau, un indiano enriquecido en América con plantaciones de café , cuya fortuna heredó su mujer. Así pues, la pareja gozaba de una privilegiada posición, hecho que quisieron plasmar en una casa de diseño innovador y gran lujo de detalles. Para ello compraron el solar del paseo de Gracia en , y encargaron el proyecto a Gaudí, entonces un arquitecto de gran renombre, que en aquella época trabajaba en diversos proyectos a la vez: el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia , la Torre Bellesguard , el parque Güell , la Casa Batlló y la restauración de la Catedral de Mallorca El proyecto de Milà era construir un edificio de grandes dimensiones, destinar el piso principal para su propia residencia y el resto en régimen de alquiler, algo habitual en la época.
Asimismo, la planta baja, en su parte exterior, fue destinada a tiendas, siendo la primera una sastrería abierta en La construcción sufrió diversos retrasos, ya que el edificio superó en altura y anchura a lo establecido en las ordenanzas municipales, por lo que se impuso al señor Milà varias multas. La relación entre Gaudí y Milà se enfrió, y el arquitecto tuvo que llevar a juicio al promotor para cobrar sus honorarios pesetas , que donó a los jesuitas.
Desde el punto de vista administrativo también provocó alguna polémica cuando en diciembre de el ayuntamiento detuvo las obras porque un pilar ocupaba una parte de la acera sin respetar el alineamiento de las fachadas.
Al serle comunicada la noticia a Gaudí, este respondió con su estilo irónico habitual:. Sin embargo, la suspensión de las obras no fue respetada y Gaudí continuó con su labor. Tal solución satisfizo enormemente a Gaudí, que pidió una copia de la resolución para conservarla.