Contactos discretos San Fernando del Valle de Catamarca
Onganía apareció a lo largo de los años en los dibujos y reseñas de los caricaturistas del momento como el garante de la estabilidad institucional de los gobiernos que sucedieron a Frondizi. Más chicas para citas: Sexo por dinero Torrent, Erotismo online Kraków, Relaciones secretas Vilanova i la Geltrú
El lugar, si es que existía, estaba en el pueblo de Antofagasta de la Sierra. En Internet decía que en esa zona había vicuñas, petroglifos y volcanes, que Antofagasta significaba «casa del sol» y que llegar hasta el sol era —como es lógico— complejo: había que viajar a San Fernando del Valle, la capital de Catamarca, y luego hacer doce horas de trayecto en camioneta.
Nada decía el Google de lo otro y, sin embargo, insistí. Puse en Internet «Antofagasta», «mujeres solas», «matriarcado», «lesbianismo», «barrio», «voy a tener suerte», y no salió una sola línea. Un mundo sin hombres era, como mínimo, una promesa para tener en cuenta cuando llegaran las vacaciones. El viaje desde la capital, San Fernando, es trabajoso y lerdo, y puede hacerse de dos formas. La otra alternativa es ir en camioneta: en ese caso son doce horas de polvo, traqueteo y piedras; y la sensación intransferible de no estar avanzando sobre ruedas, sino a patadas en el trasero.
Ahora estoy de pie, en Barranca Larga: un pueblo de diez casas, una hostería y un cielo tremendo, y un lugar de descanso obligado cuando se va a Antofagasta de la Sierra. A esta altura del trayecto, los teléfonos móviles no tienen alcance y es por eso que lo mejor de Barranca Larga es el teléfono de línea, que funciona cuando quiere.
Yo escuché algo de ese pueblo. Disque ahí adentro hay un barrio sin hombres. Disque si una mujer se casa se tiene que ir del barrio y que los hombres las cortejan para asegurarse un techo y ellas los sacan a escobazos.
La mujer habla con la voz rítmica y baja, como si en realidad rezara, y la escena recuerda a esos momentos de sórdida tranquilidad que se imagina el cineasta Arturo Ripstein cuando tiene ganas de imaginar cosas feas es decir, casi siempre.