Sexo en la hamaca Plasencia
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Hacia Cecilio Pla se orienta hacia una pintura luminista y amable, que tiene entre los artistas valencianos a sus principales impulsores o divulgadores, sobre todo a raíz de la irrupción de Sorolla y su reconocimiento internacional.
En obras de asunto social como Las doce, de Museo del Prado , Pla introduce una intensa luz de mediodía que deslumbra desde el fondo de la composición, si bien la escena principal transcurre en el plano de sombra.
Por esos años finales del XIX los paisajes que realizaba eran principalmente del norte de España, sobre todo de Asturias, donde visitó en frecuentes ocasiones a su amigo Casto Plasencia. El cuadro Mujeres en el jardín pertenece a ese momento de plenitud luminista que se refuerza a partir de y que llega incluso a sus retratos, muchos de los cuales se ambientan ya al aire libre.
Aunque en sus apuntes abundan las escenas bulliciosas y agitadas, en general es la suya una visión sincera y serena. El mundo de Pla es apacible y equilibrado, sin grandes contrastes ni provocaciones, a veces en las ilustraciones se permite travesuras en la iconografía de la mujer y en las playas se siente atraído por el alboroto de la chiquillería, pero sus ambientes suelen ser familiares, de una armonía doméstica no alterada, un mundo feliz sin problemas, un placer de vivir que se identifica con lo sencillo y cotidiano.
El pintor en sus apuntes parece acentuar todas estas características al hacer de las personas siluetas de color y movimiento, figuras sin expresión que nos sugieren ambientes, modos de estar, usos y costumbres, antes una psicología colectiva que individual. Al pie de la escalinata de un jardín un grupo de mujeres sentadas en sus sillas y butacones se concentran en sus labores de costura como bien lo indican sus cabezas inclinadas y brazos. El paisaje del jardín, ya de por sí representación de una naturaleza controlada y ordenada por la mano del hombre, alcanza aquí un tono sensiblemente doméstico o costumbrista con la presencia de estas figuras femeninas.