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Guillem Bosch. Dos presuntos miembros de la red que se dedicaba a prostituir a menores en Palma a cambio de droga en y admitieron ayer en la segunda sesión del juicio a puerta cerrada en la Audiencia de Palma que tuvieron sexo de pago con una víctima discapacitada, pero que desconocían que padeciera un trastorno.
Uno de los acusados, de 48 años, indicó que en una ocasión mantuvo un servicio sexual con la perjudicada, de 19 años, y que no se percató de nada extraño en su comportamiento. Mientras, otro imputado, de 65 años, confirmó que tuvo sexo dos veces con esta joven en su propia casa sin saber que era discapacitada.
El hombre manifestó que le pagó unos veinte o treinta euros después de que ella le ofreciera sus servicios. Él aceptó su oferta. El sospechoso relató que la joven llegó a su domicilio en compañía de Eva, la presunta cabecilla de la banda, quien trabajaba de asistenta del hogar en su casa. Incluso, le había advertido de que no le gustaban las compañías con las que iba, ya que él no consume drogas.
Por su parte, otro encausado, así como el primero de los sospechosos, reconocieron que mantuvieron relaciones sexuales completas consentidas y libres con dos de las víctimas menores de edad creyendo que eran adultas. Uno de ellos, de 48 años, explicó que tenía una relación "como de novios" con una de las perjudicadas, de 16 años, y negó haberla prostituido. Por ello, tenían relaciones sexuales consentidas. Este sospechoso, de 48 años y de origen dominicano, en una ocasión filmó a la menor en varias escenas sexuales en un piso de la zona de Pere Garau.
El imputado se mostró apesadumbrado y reticente al ver la grabación. Trató de justificar que era algo muy íntimo debido a una ocasión especial porque la chica le hizo un regalo al comprarse un disfraz de conejita y él le dijo que eso había que "inmortalizarlo".