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Betsabé tentado al rey David. Miniatura iluminada de Jean Bourdichon pintada entre y Soldadera, amafia, bagasa, bordelera , buscona, dama de medio manto, hembra mundanal, mujer errada, pendenga, rabiza, cantonera, moza del partido Con todos estos términos se hacía referencia en la Edad Media a las numerosas prostitutas que habitaban las ciudades y los pueblos. La mayoría de las prostitutas eran víctimas de la pobreza o bien de alguna situación de desarraigo familiar. Otras corrieron la misma suerte tras ser violadas, una situación que en la Edad Media acarreaba la infamia para la mujer, o bien por haber dejado a sus maridos como consecuencia de una infidelidad o incompatibilidad.
Era habitual que las prostitutas procedieran de lugares distintos a aquel donde ejercían su oficio. En realidad, durante toda su carrera las acechaban peligros y amenazas de toda clase. Como consecuencia de su promiscuidad estaban expuestas en todo momento a contraer enfermedades venéreas. Los poetas se burlaban a menudo de ello. Cuando quedaban privadas definitivamente de clientela encontraban escasas alternativas de subsistencia: la mendicidad , la alcahuetería, la ayuda de instituciones religiosas o de sus mismas compañeras.
Los poetas hacen crueles alusiones a la situación de las prostitutas de edad avanzada. La literatura —como en el caso de la célebre obra de Fernando de Rojas La Celestina — muestra la relación de dependencia que se establecía entre la prostituta y la alcahueta, a menudo bajo la apariencia de un vínculo familiar que hacía pasar a la alcahueta por tía, madre o madrina de la joven.
Las autoridades actuaron a menudo contra los alcahuetes, que se beneficiaban de las ganancias de las prostitutas , imponiéndoles penas económicas e incluso el destierro. El nivel inferior en la situación de las prostitutas era el de las mujeres que trabajaban en burdeles autorizados por el Estado. Su situación económica era a menudo apurada. No es extraño que contrajeran deudas, como atestiguan las cartas de obligación que firmaban con los prestamistas, en particular para sufragar sus importantes gastos de vestimenta.
Clientes y prostitutas se entretienen mientras esperan a que una habitación quede libre. Escena de burdel flamenca, Galería de Arte de la Universidad de Yale. Los burdeles estaban organizados por la autoridad y regulados a través de meticulosas ordenanzas.