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Una exposición que supone la primera gran antología sobre Valadon organizada en España. Su madre era lavandera y su padre era incierto, puesto que la primera, una suiza llamada Madeleine Valadon , nunca tuvo nada claro quién podría haber sido el segundo. Lo llamativo es que para la primogénita aquella ausencia paterna no supuso un problema, sino una oportunidad: la de ponerles las cosas difíciles a los biógrafos del futuro al inventar infinidad de hazañas fantasiosas sobre su progenitor.
En el mundo real, la existencia de Madeleine Valadon era azarosa. La mujer vivía en la miseria, estaba estigmatizada socialmente por tener una hija ilegítima, se sumergía en los alcoholes con asiduidad y era profundamente infeliz. En , tomó la decisión de mudarse junto a su hija a París para asentarse en una pequeña villa ubicada en la colina Montmartre.
Un distrito donde muchos otros desamparados también decidieron instalarse cuando la modernización general de la urbe , llevada a cabo por Georges-Eugène Haussmann , encareció el nivel de vida, elevando las rentas hasta alturas poco sanas para los bolsillos humildes. Un séquito de personas de existencia difusa cuya presencia convirtió la colina en epicentro de la vida alternativa y las tendencias vanguardistas. Marie-Clémentine encontró aquel nuevo entorno fascinante y, aunque su madre optó por enrolarla en un colegio religioso para que adquiriera disciplina, la chiquilla dedicó sus jornadas a hacer lo que le salía de las gónadas: vagabundear por el barrio, brincar sobre las verjas, colarse en balcones ajenos y garabatear dibujos con cualquier cosa que tuviera a mano.
Tras cuatro años saltando de un oficio a otro, Marie-Clémentine aterrizó en la que siempre había sido su profesión soñada: acróbata en el circo. La adolescente logró colarse en la carpa tras haber sido introducida al mundillo de las cabriolas por el pintor y conde Antoine de La Rochefoucauld y el litógrafo Thèo P.
Dos señoritos muy aficionados a las volteretas en la pista, De la Rochefoucauld incluso tiene un cameo como saltimbanqui con monóculo en La amante del circo de James Tissot , que por aquel entonces se hallaban decorando un circo de los alrededores. Tras recuperarse de las magulladuras, Valadon se topó con Pierre Puvis de Chavannes , un pintor cuarenta años mayor que ella, y comenzó a trabajar para él como modelo al tiempo que compartían cama, porque en aquella época la relación entre los artistas y los retratados era libertina hasta alturas cuestionables.