Aventuras secretas Concepción
NaturActivo Aventuras. Más bellezas para conocer: Sexo en la mesa Cascais, Sexo casual por internet el Guinardó, Amigos con derecho Grao de Murviedro
Y aunque tenía sus pequeñas particularidades, disfruté trabajar cada día envuelta en la atmósfera antigua que representaba nuestra oficina, casi convirtiéndose en un espacio familiar para mi. Concepción Bahamonde es una calle inesperada del Madrid secreto. Esquerdo, podría imaginar una calleja tan tranquila e inesperada. Porque en la calle de Concepción Bahamonde todo es sobre todo inesperado. Inesperado fue para mí llegar a ella un buen día ya hace 4 años. Recibí una llamada telefónica, sentado en la sala de profesores del Instituto en donde daba entonces clases de refuerzo por las tardes.
Casi nada recordaba cuando escuché la voz de mi ahora colega Víctor que me concertaba cita para entrevista. Las puertas también color crema con cristales temblones y manilla con cerradura de taller-tienda del Madrid de antaño. Al abrir, un lugar acogedor, especial: suelo que cruje, olor a libros, frescos en las paredes y figuras evocadoras.
El Príncipe de los Lirios te señala el lugar, la dirección. Sentado en una silla vintage se dirigen hacia mí. Otras puertas abren hacia lo desconocido. Ventanas con plantas colgantes se asoman a un patio luminoso. Concepción Bahamonde es un retiro casi espiritual. Inesperado futuro para quienes venimos del pasado de la calle inesperada de Concepción Bahamonde.
La primera vez que entré en el local de Pausanias -durante el invierno de vi al Principe de los Lirios pintado en la pared, y pensé: estos saben. En la actualidad, se admite que los fragmentos de su puzle pertenecen, como poco, a tres figuras distintas -al menos, una femenina-, y, hablando en plata, no sería minoico sino micénico algo aunque nunca afirmaría ante un local.
Tanto da. Eso, en el caso de continuar ahí, porque siempre he sospechado que el nuestro, con su mano izquierda, no arrastraba un grifo ensogado, sino una maleta, presto a largarse muy lejos en cuanto dejamos la oficina… Kaló taxidi, file mou!