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Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente. Buscar Close this search box. Fulgor y muerte del movimiento feminista. Olga Cristóbal. Descargar esta nota en PDF. Si el fracaso de un movimiento polÃtico que se postuló como liberador de las mujeres pudiera sintetizarse en una imagen, la imagen del fracaso del feminismo serÃa la de las jóvenes militares estadounidenses que torturaron y violaron a los prisioneros iraquÃes en Abu Ghraib.
Pero England también fue un mentÃs descarnado a cuatro décadas de esforzada construcción teórica del feminismo de la diferencia: ésa que supone que la mujer —no por razones biológicas sino por cómo se construyó su subjetividad bajo un sistema sexista— es radicalmente diferente del hombre —depredador, guerrero, violento, dominante— y representa el respeto a la vida, a la paz, a la preservación del planeta, la "ética del cuidado y de la compasión"1.
Una descripción esencialista que roza peligrosamente alguno de los atributos que se usaron para explicar su lugar subordinado a lo largo de la historia. No muchas acusaron recibo del golpe. Julieta Paredes2 sostiene: "Con las luchas de las feministas en diferentes partes del planeta se han ido abriendo espacios donde las mujeres participan activamente en el manejo de sus vidas y la vida de sus pueblos. Quiero aclarar que feminismo y enfoque de género son planteamientos polÃticos antagónicos.
Las torturas causadas a los iraquÃes por parte de gringas y gringos, nos muestran claramente la llamada perspectiva de género a nivel mundial. Eso es lo que pensaba. Pero ya no lo pienso. Era un feminismo que veÃa a los hombres como los eternos autores de los delitos, a las mujeres como las eternas vÃctimas y la violencia sexual de los hombres contra las mujeres, como la raÃz de toda injusticia.
La violación ha sido utilizada repetidamente como un instrumento de guerra y para algunas feministas, empezaba a parecer como si la guerra fuese una extensión de la violación. Esto era antes de que viéramos el sadismo sexual femenino en acción". Su fe de bautismo fue el libro de Betty Friedan, La mÃstica de la feminidad , que denunciaba que "algo" estaba pasando entre las mujeres norteamericanas —"el problema que no tiene nombre"— quienes, a pesar de estar felizmente casadas, rodeadas de electrodomésticos, sin problemas económicos y con hijos sanos, experimentaban una asfixia interior intolerable.