Putas certificadas Campaña
Entre Céline y Henry Miller, el misterioso Jacob se atreve con todo lo que usted siempre quiso saber sobre la prostitución y nadie le contó. Más chicas deseables: Escorts económicas Guayaramerín, Sexo en el establo Chamartín, Sexo en la cueva Manaus
El sexo en los guetos urbanos. Por Fadela Amara. Texto extraido del libro "Ni putas ni sumisas" sobre la creación de este movimiento feminista. Cuando yo era adolescente no se hablaba de ello con los adultos, y ni siquiera se abordaban las cuestiones relacionadas con la pubertad, como, por ejemplo, la primera regla.
Una chica descubría su cuerpo y sus transformaciones por sí misma. Afortunadamente, en el instituto nos daban clase de educación sexual y allí podíamos hacer preguntas, entre dos ataques de risa tonta. Una joven decente no podía andar por la calle porque corría el riesgo de quedarse embarazada. Por eso las clases de educación sexual que se imparten en los centros escolares han de ampliarse para abarcar cuestiones como el deseo, el placer, el respeto al compañero o a la compañera, cualquiera que éste o ésta sean, y no abordar sólo la prevención del sida, por muy importante que la cuestión siga siendo hoy.
Para seducir a otra persona, para construir una relación, al menos hay que poder acercarse a ella, que se produzca un intercambio en un ambiente sosegado. Esto se ha vuelto imposible en las barriadas obreras, donde la mixidad ha desaparecido. La presión moral que se ejerce sobre las chicas es increíblemente fuerte y cualquier relación amorosa queda adulterada.
Una chica que se ha acostado pierde su reputación. Toda la barriada se entera y la chica lleva la infamia como si fuera una marca impresa con un hierro candente. A partir de ahí, los tíos de la barriada pueden permitírselo todo con ella. En semejante sistema de relaciones, entre chicos y chicas sólo puede haber historias de amor cojas, llenas de malestar y de prejuicios. A las relaciones amorosas les cuesta desarrollarse en las barriadas obreras. A los chicos tampoco les resulta sencillo vivirlas.
Y es que en la tribu masculina los sentimientos se consideran signos de debilidad y sólo priman los valores viriles. He podido observar esta transformación con ocasión de discusiones cara a cara con chicos jóvenes. Algunos pueden hacer declaraciones extraordinarias, recitar poemas, escribir cartas que parecen de Alfred de Musset en la jerga de los suburbios.