Citas infieles Vienna
Fortress Cinema, Kosovo Otras bellezas: Sexo en el coche Berazategui, Sexo en la cueva Florence, Sexo sin formalidades Belém
De Laudongasse —muy bueno, por cierto, y no llevo comisión- uno de los camareros, albaceteño él , tuvo la gentileza de acercarse a nuestra mesa para decirme que leía Viena Directo y que le gustaba lo que leía. Incluso, terminada su jornada de trabajo, se sentó un poquito con nosotros. Casi no pasa un día sin que se me acerque alguien a saludarme y decirme cosas amables.
Y lo encuentro muy bonito. Y me gusta mucho —vaya, es que, si no me gustase, no haría Viena Directo-. También me entero a veces de que hay gente que me ha visto por la calle, me ha reconocido, pero no se ha atrevido a hablarme.
Por favor, si a alguien le pasa eso en el futuro, que no se corte. A mí me da mucha alegría saludar a mis lectores dado que no cobro un duro por hacer esto, esas pequeñas cosas —que nos dejó un tiempo de rosas- constituyen una especie de compensación por el trabajazo que muchas veces constituye tener un artículo diario a punto.
Sobre todo prestando mucha atención a cómo manejamos las ideas preconcebidas del lector. Ayer, delante de unas jarras de cerveza se suscitó un interesante debate al respecto.
Es uno de los gajes del oficio. Son dos objetivos ambiciosos, que no siempre se logran, pero que hay que intentar conseguir día a día, línea a línea. La vieja historia de que no es noticia el que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro. Hace unos días , un hombre fue detenido después de que destrozara el interior de varias iglesias vienesas. Naturalmente, una noticia que, a pesar de lo aparatoso de los destrozos , no pasa de ser un incidente mínimo , cobra otra nueva dimensión.