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Manuel P. El cronista Martín de Salinas dejó sobre blanco aquel desaguisado acaecido en Murieron hasta dos mil quinientas personas y no quedó casa ni cosa enhiesta. Aunque en aquellos años no existía forma de medir la destrucción, hoy los expertos calculan que la magnitud fue de 6,5 grados y que su epicentro fue a un kilómetro de la superficie.
Llovía ya sobre mojado aquellos días del siglo XVI. Aquello quedó grabado a fuego en los andaluces, que ya hablaban de «un grandísimo terremoto» que se asemejaba a un castigo divino. El seísmo, que se ha registrado a 19 kilómetros de profundidad, se ha dejado notar en varios puntos de Andalucía.
Almería y su entorno escaparon del terremoto de , pero no tuvieron la misma suerte cuatro años después. Para colmo, la urbe había visto como decenas de sus habitantes morían por culpa de una epidemia que se había extendido entre junio y agosto. El año fue una auténtica maldición.
Los testimonios de la época permiten reconstruir los hechos. El escritor almeriense Alonso de Palenzuel , por ejemplo, dejó sobre blanco la hora aproximada en la que empezó a temblar la tierra: «Sea memoria que el lunes 22 días del mes de septiembre de años, a hora de las diez de las diez horas del día, vino un terremoto y tierra tremol a Almería y su ría».
Ese debió de ser el drama de muchos almerienses durante aquella triste jornada. El historiador Bernard Vincent afirma en sus ensayos sobre el tema que no se pueden dar estimaciones de la población total de la ciudad antes de Olivera es de la misma opinión.